viernes, 5 de febrero de 2016

Fotografiando el Big Bang: el fondo cósmico de microondas



La luz es tardona. Parece rápida, con sus 300.000 km/s de velocidad, pero si miramos al cielo estamos viendo la imagen de las estrellas con retardo, y no precisamente pequeño, sino de miles de años. Y es que cuanto más lejos miremos en el cielo, la luz tardará más en llegar. Por lo que, si cuando miramos muy lejos vemos una imagen tan antigua ¿Podríamos mirar tan tan tan lejos como para ver el nacimiento del Universo? Pues lo cierto es que la respuesta a esta pregunta es sí y no, y ahora te vamos a explicar por qué.

Si bien es cierto que la teoría del Big Bang tiene mucha fuerza en la actualidad y podemos asumir esa gran explosión de materia acumulada en un pequeño punto hace 13.700 millones de años como verdadera, no es algo que podamos ver, o no al menos en el sentido de ver más estricto de la palabra.
Antes de la gran explosión, del Big Bang, no había nada. Absolutamente nada. La mayor nada que te puedas imaginar, ni espacio, ni tiempo. Es algo impensable para nosotros, quizá vislumbremos este concepto de nada, pero es difícil de asumir. Y evidentemente, como no había nada, no había luz, por el simple hecho de que las partículas elementales se empezaron a formar inmediatamente tras la explosión. La luz apareció 300.000 años después del propio origen.

Las primeras partículas formadas tras el Big Bang, cuyas colisiones son representadas con exactitud en los aceleradores de partículas, fueron los quarks y los leptones. A partir de las colisiones entre los mismos se empezaron a formar partículas de mayor tamaño, hasta que se conforma el Universo que conocemos hoy en día. Con toda esta materia en movimiento, el Universo se encontraba a unas temperaturas inconmensurables, por la densidad del mismo, y conforme las partículas iban expandiéndose por el espacio y perdiendo energía, el Universo se iba enfriando poco a poco. Lo que podemos captar es el eco de este enfriamiento, la radiación del fondo cósmico de microondas (CBS).

En 1965 Arno Penzias y Robert Woodrow Wilson detectaron por casualidad el fondo cósmico de microondas por primera vez en la historia. Ellos tenían una antena que les servía para detectar comunicaciones satelitares, y para evitar perturbaciones en la señal, orientaron las observaciones hacia las microondas. Con esto detectaron el fondo cósmico de microondas, el reflejo del Big Bang. La primera imagen del fondo cósmico fue esta, suponiéndoles el premio Nobel de Física de 1978.

En la actualidad la sonda encargada de capturar la radiación cósmica de microondas es la sonda Planck, cuyo mantenimiento corre a cargo de la Agencia Espacial Europea ESA, y dejándonos imágenes de la radiación de la creación como esta. Ahora parece bastante fácil de creer el Big Bang, ¿no?














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